Puesta e incubación.


La cría de reptiles requiere, para que sea exitosa, una serie de condiciones que varían de unas especies a otras, siendo en algunas asequibles de reproducir para el aficionado, y otras complejas o incluso no descritas todavía. Pero si nuestro esfuerzo y tesón tienen la recompensa de conseguir la reproducción de nuestras iguanas y la posterior puesta de los huevos, hay que tener muy presente que con esto no ha concluido nuestro trabajo, y que tenemos que realizar una serie de tareas encaminadas al cuidado de la puesta y a la incubación de los huevos para que las crías puedan ver la luz y no demos al traste con nuestros anteriores esfuerzos.

Además, al asumir el querer incubar los huevos, estamos asumiento el deber de mantener a las crías en cautividad en unas condiciones apropiadas o de procurárselas en la medida de lo posible.

MANEJO E INCUBACIÓN DE HUEVOS DE IGUANAS Y REPTILES EN GENERAL:

Este apartado está encaminado a informar sobre el manejo de la puesta, las actuaciones a tomar para realizar una buena incubación de los huevos y los tipos más usados de incubadoras de construcción casera.

El conocimiento de todas estas actuaciones es fundamental para saber como actuar en el caso de que nuestra iguana críe. Los procedimientos que deberemos llevar a cabo, en general, no son complejos, pero su desconocimiento o falta de aplicación si pueden provocar consecuencias desastrosas.


El manejo de la puesta:

La manipulación de la puesta es el primer paso que tenemos que realizar con corrección. Por lo general, y al no ser que tengamos alojados los animales en un invernadero donde las condiciones fueran las ideales/ naturales para que la puesta saliera adelante sin nuestra intervención, los huevos deberán ser retirados del terrario para proceder a la incubación de los mismos en un entorno controlado que incremente notablemente las posibilidades de éxito. El alojamiento habitual no reúne las condiciones necesarias para que los huevos eclosionen, además que el traslado de estos a una incubadora nos permite observar y controlar cada uno de los huevos y retirar aquellos que no sean útiles a nuestros propósitos.


Para que la puesta se realice en el terrario este tiene que contar con una zona de tierra lo suficientemente profunda como para que el reptil pueda enterrar su puesta. Por tanto o bien utilizaremos un substrato que nos permita realizar esta operación, o dispondremos a lo largo del terrario uno o varios recipientes con arena fina o turba de una profundidad adecuada y destinadas a estos menesteres cuando comprobemos que la hembra está grávida. El hecho de introducir varios "ponederos " tiene como objetivo el dar elegir a nuestra iguana entre varias opciones para que esta deposite sus huevos en el lugar que estime más oportuno. La tierra de estos ponederos debe estar siempre bastante húmeda, pero nunca encharcada.


Una inspección continua de los recipientes de puesta nos permitirá descubrir cuanto antes los huevos, y retirarlos del terrario, ya que por sus condiciones este no es considerado como un lugar favorable. Los propios progenitores pueden ser causantes de la destrucción de la puesta, si esta llega a ser pisoteada. La observación de la hembra grávida, también es otra referencia para conocer con la mayor rapidez posible cuando se ha producido el desove.


Una vez que el feliz acontecimiento ha tenido lugar procederemos a introducir la puesta en una incubadora. Antes de hacerlo hay que marcar los huevos con una cera de colores o un rotulador de punta blanda, con el objeto de que el huevo quede colocado en la misma posición en que lo encontramos. La colocación del huevo en idéntica posición después de un traslado tiene como objetivo que el embrión no se vea dańado al alterarse el lugar que ocupa este con respecto al saco vitelino. 

Los huevos deberán de ser observados con atención para proceder a desechar todos aquellos que por su aspecto indiquen que no sean fértiles (después de un periodo de incubación se vuelven opacos, con la cascara dura y ya carente de su característica elasticidad) o que el embrión haya muerto. Puede que presenten mohos en su superficie, que podrán ser removidos espolvoreando el huevo con polvo de carbón, y después cepillando la superficie de este con un cepillo de cerdas suaves. Si tenemos alguna duda sobre el estado del huevo es mejor no retirarlo.


La puesta se manipulará lo estrictamente necesario para su pesaje y medición, evitando así posibles dańos. Hay incluso criadores que consiguen una puesta de una especie compleja de criar y evitan bajo ningún concepto manipularla. Este comportamiento puede ser muy parecido a aquel que experimentaría un aficionado que consiga criar por primera vez una determinada especie (difícil o no de sacar adelante).


En cuanto a la temperatura a la que se deberá mantener la puesta no es necesario que sea constante aunque si es aconsejable que las variaciones no sean muy acusadas; solo tenemos que recordar que en la naturaleza los huevos no se encuentran en un ambiente tan controlado que la temperatura no varíe o que varíe unos pocos grados, y aun así los reptiles que no viven en cautividad siguen reproduciéndose. No es aconsejable que los huevos estén expuestos a temperaturas excesivamente altas, ya que pese a reducirse el periodo de incubación, se generarán individuos más pequeńos y débiles, que luego serán más difíciles de ser criados con éxito.

Los 30º C es la temperatura entre la que la gran mayoría de los reptiles pueden sacar adelante sus puestas, con una disminución de la temperatura nocturna. Los embriones pueden soportar bajadas relativamente fuertes de temperatura siempre y cuando estas sean ocasionales. Las temperaturas bajas o un descenso rápido y acusado de estas puede provocar deformidades, dificultades en la eclosión o la muerte de los embriones.


NORMAS GENERALES Y REQUISITOS DE INCUBACIÓN:


Cada aficionado o criador emplea un tipo distinto de incubadora que defiende a ultranza y que sostiene que es la mejor o más válida para la cría de tal o cual animal. Hay incubadoras que, por supuesto, se adaptan mejor a una especie u otra, y también hay sistemas que por las características de un animal no es convenientes su utilización. Tampoco un sistema de incubación determinado es la panacea, ni está todo inventado en este campo; la mayoría de los sistemas de incubación que expondré son ideas que han surgido de la experiencia y las pruebas exitosa o infructuosa de aficionados a los reptiles. Lo que vamos a hacer en este apartado es determinar los criterios a tener en cuenta a la hora de fabricarnos una incubadora, para que nosotros mismos conforme a los medios con que contemos, y a nuestras habilidades, y siempre siguiendo unas normas generales podamos construir un sistema idóneo para garantizar el éxito en la cría. 

Los dos parámetros fundamentales que debemos controlar para obtener un buen sistema de incubación son la humedad y la temperatura. Los materiales que empleemos, la estructura de la incubadora, etc. estará todo diseńado para controlar y hacer óptimos los valores de temperatura y humedad dentro del mínimo y máximo que nos permite los huevos de la especie en cuestión. Por lo tanto vamos a tratarlos de manera aislada, indicando los procedimientos a seguir y las condiciones a mantener.


Temperatura.

Es un factor muy a tener en cuenta a la hora de construir y diseńar una incubadora; una temperatura insuficiente, excesiva o con fuertes caídas y subidas puede provocar la muerte de los embriones o unos individuos tan débiles que posiblemente no tengan ni fuerzas suficientes para salir del cascarón.


Cuanto más alta sea la temperatura el periodo de maduración de los embriones será menor ( en algunas especies se calcula que por cada grado que se suba la temperatura media la eclosión se reducirá en cuatro días y medio). No es recomendable, de todas maneras, superar determinados valores; a partir de los 30 ºC los embriones maduran demasiado deprisa, y los individuos que obtendremos serán débiles e incluso deformes.


La gran mayoría de los reptiles para un óptimo desarrollo de los embriones requieren temperaturas situadas entre los 27ºC. y los 30ºC, concretamente los huevos de iguanas requieren una temperatura de entre 26 y 28 şC. No alcancemos valores superiores a 32ºC. y mucho menos los mantendremos durante periodos prolongados.


Las temperaturas nocturnas se situarán entre los 20º a los 24º C. Se podrán alcanzar de manera puntual valores nocturnos de 5º a 10ºC., sin que estas variaciones afecten al embrión.


Cuando la temperatura del interior del recipiente de incubación sea demasiado baja los embriones pueden sufrir deformidades, tener dificultades para la eclosión e incluso se puede producir la muerte de este.


Las variaciones de temperatura no afectarán al desarrollo embrionario siempre y cuando estas no sean excesivas y/o repentinas. Tenemos que recordar que en la naturaleza las puestas de los reptiles no se encuentran en un ambiente tan sumamente controlado como el que tenemos en una incubadora. De todas formas procuraremos mantener lo más uniforme posible la temperatura para aumentar todo lo posible las posibilidades de éxito.


Un buen sistema calefactor nos proporcionará el calor suficiente para alcanzar la temperatura deseada. Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes. Nosotros mismos escogeremos el que creamos más ventajoso conforme a nuestra situación:



Sistemas calefactores externos: consistentes por un parte en bombillas de incandescencia, cerámica o cualquier sistema que sirva para la iluminación de un terrario, o por otra parte en una esterilla calefactora situada debajo del recipiente de incubación.

Sistemas calefactores internos: que podrán ser un calentador de acuario (riesgo de sobrecalentamiento pero económico), un cable calefactor (riesgo de sobrecalentamiento pero económico) o un calentador con termostato (más caro pero mantiene la temperatura constante y controlada)...

La importancia que supone un control exhaustivo de este parámetro nos obliga a tener dentro de la incubadora un sistema preciso de control de temperaturas. El mejor método es a través de termómetros digitales, y por duplicado o triplicado si fuera necesario para asegurarnos de que la lecturas que obtenemos sean correctas, evitando así que un fallo en uno de los termómetros acabe con los embriones. También podemos mantener un sistema mixto de termómetros de dos tipos, por ejemplo, digitales y de mercurio, para asegurarnos de la veracidad de las mediciones. El control de la temperatura a través de un termostato nos facilitará enormemente nuestra labor. 


Humedad.

Tiene una grandísima importancia en la conservación de los huevos ya que el equilibrio del agua en el interior de estos viene determinado por el nivel de humedad del substrato, de tal forma que un substrato demasiado seco o húmedo puede dar al traste con la posibilidad de obtener descendencia. Por tanto la capacidad de conservar la humedad del substrato, y la permeabilidad de este, para que no se formen bolsas de humedad ni encharcamientos, es fundamental a la hora de elegir el material donde se asienten los huevos. Así que el substrato deberá tener una elevada capacidad de retención del agua, estará libre de gérmenes y será un material que no favorezca la proliferación tanto de hongos como de bacterias.


El que sea un material libre de gérmenes no significa que debamos utilizar desinfectante alguno para este objetivo. La tierra, arena... pueden desinfectarse con un tratamiento de calor consistente en 30 minutos al máximo de calor del horno. No aplicaremos este procedimiento en materiales que puedan llegar a deteriorarse o producir substancias nocivas o tóxicas al ser expuestos a elevadas temperaturas.


Los substratos más utilizados son la vermiculita (material aislante empleado en construcción que es inerte, estéril y absorbente, y que podemos encontrar en varios tamańos de grano) y la gomaespuma en planchas o dados de un cm. de arista. Otros substratos son la arena, el musgo de turba ( con o sin serrín), musgo, gránulos de plástico, tierra...


Enterraremos los huevos hasta dos tercios de su grosor en el substrato elegido para la incubación, ordenando estos en filas sobre el material escogido como idóneo.
En el interior de la incubadora la humedad tiene que ser del 80-90%. A parte de con un higrómetro, sabremos que hemos alcanzado esta medida cuando se empańe la pared interior de la incubadora. La elevada humedad provocará goteo por condensación del agua de la tapa. Estas gotas no es conveniente que caigan en los huevos, así que colocaremos una lámina de cristal o plástico inclinada sobre la puesta, haciendo que las gotas de condensación resbalen por esta, sin caer directamente sobre la puesta.

Para conservar los niveles de humedad utilizaremos materiales como el cristal o el plástico que además de mantener los porcentajes de humedad requeridos no se deteriorarán. Se han revelado como excelentes recipientes de incubación los acuarios y las fiambreras, tapers y recipientes de plástico para congelar.

La instalación eléctrica que pueda formar parte de la incubadora debe estar debidamente protegida de la humedad para evitar cortos y otros desagradable incidentes que pueden darnos una terrible sorpresa.


Otros:

A parte de la humedad y de la temperatura una ventilación suficiente es necesaria para que la puesta "respire", es decir para que el huevo pueda realizar el intercambio de gases de manera correcta, permitiendo así que el embrión no muera.


Una buena ventilación la conseguiremos abriendo agujeros en la tapa de la incubadora, dejando una pequeńa rendija, abriendo cada cierto tiempo la tapa... La ventilación no supondrá un disminución de la humedad relativa, por lo que si esta baja por debajo de los niveles aconsejados tendremos que buscar un sistema que genere tanta humedad extra como se pierde con la ventilación ( que es del todo necesaria).


Es importantísimo que los "recién nacidos" sean retirados inmediatamente hayan eclosionado ya que pueden voltear los huevos de sus "hermanos" todavía no salidos en sus idas y venidas. Los reptiles, guiados por su instinto, intentarán salir infructuosamente hacia arriba, por la parte donde al ser movido el huevo se encuentra ahora el saco vitelino.

La iluminación no nos debe de importar demasiado, aunque si la hay, mejor que sea ténue y no dé directamente en los huevos.

TIPOS DE INCUBADORAS.

En este punto no voy a hacer mención de todas y cada una de las incubadoras para reptiles que me he ido encontrando, sino que reseńaré las más habituales y de más fácil y económica construcción para que el aficionado pueda tener una referencia a la hora de hacerse su propia incubadora. Las instrucciones de fabricación se harán de manera esquemática para evitar prolongar en exceso este artículo.


Tipo 1. Un recipiente de cristal con tapa de cristal. En la parte inferior agua, inmediatamente encima el substrato compuesto por dados de gomaespuma. En la gomaespuma los huevos. La parte de agua será aproximadamente un tercio de la parte correspondiente al substrato. Utilizaremos un termómetro insertado en la gomaespuma para controlar la temperatura. Introduciremos el recipiente en un terrario vacío y utilizaremos su sistema de calefacción para proporcionar calor a la incubadora.



Tipo 2. Recipiente tipo bandeja lleno de agua. En el situaremos un tiesto de cerámica apoyado a modo de patas en dos trozos de corcho o ladrillos. De abajo a arriba el interior del macetero; una capa de gomaespuma, una capa de gravilla de cuarzo, una lámina de gomaespuma, los huevos encima de la lámina de gomaespuma, otra lámina de gomaespuma combada haciendo un tejadillo por encima de los huevos, trozos de corcho y una cubierta. Los trozos de gomaespuma serán aproximadamente un tercio del grosor de la capa de gravilla. Dentro de la capa de grava irá un cable calefactor.



Tipo 3. Idem que el modelo anterior pero introduciremos la maceta en un acuario en la que el agua llegue solo hasta el borde inferior de la maceta. El agua tendrá un calentador para acuarios que será el que proporcionará calor al conjunto. El interior de la maceta puede contener el substrato que consideremos más idóneo, y no contendrá ya el cable calefactor. La maceta estará tapada con una cubierta, así como el acuario.
Tipo 4. Un acuario con agua en su parte inferior en la que introduciremos soportada por dos tacos un recipiente tipo bandeja con gomaespuma o gravilla sobre la que se situarán los huevos el recipiente que contiene los huevos no estará tapado. El nivel del agua estará situado aproximadamente a la altura a la que llegue el substrato en el recipiente tipo bandeja. En un lado del acuario, a media altura, y en el otro, cerca de la parte superior, colocaremos dos soportes para sujetar una lámina de cristal inclinada que evitará que el goteo por condensación de la tapa que cierre el acuario caiga sobre los huevos. La calefacción correrá a cargo de un calentador para acuarios introducido en el agua.


Tipo 5. Dos tarteras unidas verticalmente. La inferior contiene agua, la intermedia gomaespuma en dados y encima de esta los huevos. Perforamos agujeros en el suelo de la tartera de la gomaespuma. La tartera superior irá cubierta con una tapa o con otra tartera dada la vuelta. Hacemos un agujero en la tapa para el termómetro. El sistema de calefacción lo conseguiremos con un calentadora para acuarios en la zona acuática. Si unimos la tartera que contiene el agua con otra incubadora, teniendo el sistema calefactor suficiente potencia podemos situar varias incubadoras en línea con un solo sistema calentador. Para ventilar el conjunto vasta con quitar la tapa cada tres o cinco días.