Nuestra salud y seguridad.

Nuestra salud puede peligrar en el momento en que estemos expuestos a alguna enfermedad que nos pueda transmitir nuestra iguana (zoonosis). La enfermedad que más debe preocuparnos es la Salmonela. 

No obstante, como hemos podido ir leyendo a lo largo de esta web, una iguana también puede atentar contra nuestra seguridad, sobre todo si se muestra agresiva y nosotros no actuamos como es debido. Aunque siempre hay comportamientos imprevisibles e inexplicables que desencadenan algún accidente entre la iguana y el cuidador.


Estos son los posibles peligros y accidentes a los que todo cuidador de iguanas está expuesto:
Peligro de electrocución y quemaduras graves:
Derivado de una mala instalación eléctrica en el terrario, de una mala protección de los elementos calóricos o de una actuación sin el conocimiento necesario en electricidad. Debemos de evitar los cables pelados, los cables con una cubierta de plástico delgada o débil, evitar que la iguana pueda arrancar alguno de estos cables, evitar que todos los cables vayan al mismo enchufe, evitar que algún cable esté en contacto con otro (cortocircuito), evitar tocar directamente el elemento calórico aunque esté apagado (ojo con las CHE's), etc...).
Arañazos:
Que se produzcan arañazos es algo común al tratar con iguanas. Las iguanas tienden a agarrarse y sus uñas hacen el resto... Los arañazos pueden prevenirse en cierta medida cogiendo correctamente a la iguana. Su cura y cicatrizado suele ser fácil, a no ser que su profundidad sea inusual. Con Betadine y crema antibiótica (terramicina), suele bastar. 
Raspaduras:
Las iguanas adultas, además de arańarnos también pueden llegar a herirnos con las escamas, sobre todo con las púas de la parte superior de la cola y con las escamas de los muslos de los dos pares de patas, al intentar escapar. Estas heridas son bastante molestas aunque casi siempre a nivel superficial y se realizan como consecuencia de que las escamas se adhieren a la superficie (en este caso la piel) cuando el movimiento se realiza a contra-escama. 
Mordiscos:

Suele ser inusual que la iguana muerda a un ser humano, ya que suele ser su último recurso. Los mordiscos pueden ser consecuencia de haber cogida mal a la iguana (se le mete la mano en la boca por accidente), de coger a la iguana cuando ella no lo quiere, o de una iguana territorial o en celo que ataque para defender su territorio.
Los mordiscos pueden tener varios grados, los hay de los que sólo se quedan en una pequeña marca cutánea en forma de media luna y sin apenas sangrado, y de los que llegan a desgarrar la carne (y llegar incluso a necesitar de puntos de sutura).
Cuando nos muerda una iguana, debemos ante todo no alarmarnos. Si nos suelta enseguida, debemos proceder a una cura con polvo coagulante (si lo requiere), Betadine y crema antibiótica. Acudiremos al médico si vemos que la herida es bastante abierta y profunda (si precisa de puntos). 
Si la iguana no nos suelta (suele ser más normal), debemos conservar la calma y no tirar. Si tiramos, la iguana seguramente apriete más su mandíbula y quizá tienda a realizar movimientos de cabeza para desgarrar nuestra carne. Además si tiramos, los dientes en forma de cuchilla harán el resto... Así que debemos permanecer quietos, sin tocar a la iguana, y esperar a que esta se canse de morder. Podemos hablarle suavemente. Lo importante es que la iguana vea que a pesar de que nos está mordiendo, esto no nos afecta en absoluto. Si por lo que sea, la iguana sigue sin aflojar la mandíbula, podemos hacer uso de alguna bebida fuerte o de alcohol, depositándola en la boca de la iguana. No intentéis hacer palanca con nada, ya que podríais dañarle la boca. Ver foto del encabezado. 
Coletazos:
Un coletazo de una iguana adulta puede llegar a ser realmente doloroso. Los coletazos que suele dar una iguana son rápidos y certeros, pudiendo llegar a herir o irritar mucho nuestra piel. Podemos aliviar el dolor con hielo y aplicar Betadine y crema antibiótica. 

Un coletazo de Lucky, de tres años.